Este libro escrito en 1962 repasa la historia del
valencianismo desde la creación del reino de Valencia por el rey Jaime I y
hasta principios del siglo XX.
El reino surge de la conquista y como solución para quitar
poder a los nobles de los territorios ya pertenecientes a la corona y en
especial, a los de Aragón. Este territorio se repobla de la catalanes en las
zonas costeras y capital y de aragoneses en las zonas del interior, motivo que explica que se hable en castellano
o en catalán según la zona. Esta repoblación aboca a los moriscos a irse hacia
reinos musulmanes de España y posteriormente al extranjero (eliminando sus
costumbres y lenguas existentes). Nada quedará de los mozárabes ni su lengua.
El autor define el valencianismo como provincialismo sumiso
al centro español y dice que la ciudad de Valencia está desbordada o
concretamente “invadida por el campo: por la huerta” frase atribuible en unos
casos a Unamuno y en otros a Ortega y Gasset.
Según Fuster este provincialismo se agudiza al dividir el
reino en tres provincias ya que cada una de ellas intenta acentuar las
diferencias y quedando palpable que Castellón y Alicante se alejan del término
valenciano como nombre para designar a los originarios de las tres provincias
valencianas.
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